lunes, 8 de septiembre de 2014

EL VUELO DEL BÚHO - La Asunción en salsa de futuro (III)

                                  La Asunción en salsa de futuro (III)

Juan José Prieto Lárez

Hace unos días apenas, estuvo en la Plaza de Luisa Cáceres en La Asunción un artista japonés de renombre universal: Bokuden Matsuda vino en representación de su país en un  proyecto denominado El Puente, también con artistas italianos, del Instituto de Cultura del Estado. Venía de exponer en la ciudad de New York, maestro de la caligrafía y con ochenta años encima, pero con los milenarios conocimientos de la cultura japonesa. Hice un ejercicio en retrospectiva de lo que hemos sido y somos, al menos los asuntinos. El resultado fue de desaliento. Fue como mirar un espejo y en sí mismo perderse tanto tiempo, diluirse entre la esplendidez de nuestra razón de ser, nuestra propia alternativa de adentrarnos en una onda de modernidad, sin perder la esencia misma de uno mismo. Somos culpables de la indiferencia al no percibir que el mundo cambiaría, que está cambiando. Seguimos mirando el espejo.

Matsuda dibujó en una tela de doce metros algo que quedará impreso por años, diremos sencillamente que fue un japonés que alguna vez estuvo por estas tierras. El arte es la huella que el hombre quiere dejarle al mundo a su paso por éste. Si nos atrevemos a hacer un inventario de las posibilidades artísticas que hay en La Asunción nos daremos cuenta que somos inmensamente privilegiados, cada día surgen más creadores. De imaginarnos otro espejo nos daremos cuenta que esta ciudad pudiera llegar a ser la ciudad donde se realice un turismo cultural de primer orden. No sé si la gente que gerencia la cultura ha tenido una conversación íntima consigo en la que pretenda asirse de una proyección agresiva, si cabe el término, para la adecuación de nuestros espacios para crear y recrear a los que nos visitan. Partiendo de la premisa acaso playa y trapos son la única actividad turística que podemos brindar? Me parece que no.

La Asunción debe ser convertida en una estantería colosal de historia, artes plásticas, música, gastronomía, artesanía, sin que por ello nos sintamos los asuntinos desplazados, vamos con esa corriente porque somos los autóctonos, somos los de aquí y también somos creativos, ese es el espejo que debemos ser. Claro, tampoco es que vamos sentarnos a esperar a que esto ocurra en un tris, tenemos que comenzar por cambiar nuestra actitud ¿cómo? mirando, asistiendo y apoyando estas actividades donde quiera que se presenten, caminar la Ciudad, opinar, sobre todo pensar en el futuro de los que nos siguen. Nuestras comunidades deben organizar recitales de poesía, expoventa de artesanías, escuelas de música, de cocina, panadería, dulcería, en fin nuestra cultura, nuestro turismo cultural. Otros que vayan a comprar pantaletas o tostarse al sol.

Lo más placentero vendrá después, cuando veamos a una gran cantidad de artistas de muchas partes del mundo llegar hasta aquí porque le han dicho que en La Asunción se cura el alma con rezos de hospitalidad, con plegarias de bondad, con las manos juntas por ser auténticos y cargados de los más altos valores de humanidad, donde detestamos las bombas, los niños son amados, y hacemos el bien sin mirar a quién.

Hay otro espejo esperando qué reflejar en él, tal vez sea el sueño narrado, tal nunca sea nada y el mismo espejo se encandile sin que nadie haya sido capaz de elevar a quién sea la mejor de las posibilidades de calidad de vida que una ciudad como La Asunción se merece.



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