domingo, 8 de marzo de 2015

LA LENGUA DESNUDA - Cantares de sangre y plomo.

Cantares de sangre y plomo


Juan José Prieto Lárez*


Juanito poema y Juanita cantares. Juntos fue la pasión viva de vivir la alegría aderezada con música y cantares. Los dos juntos fueron el capítulo aventurero del corrío mexicano en tiempos de la declaración revolucionaria. Fueron el extremo entre la simpleza de la muerte y las profundidades dialécticas. Entre el compromiso de querer patria y el sentir consecuente de la ideología. Ambos vivieron la audacia rebelde de fundir versos y el plomo golpeando pechos. Teñir de rojo un tiempo fatuo, y sobre el mismo rojo crecer la sed nueva al son de un pueblo distinto con gentes de conciencia nueva. Juanito y Juanita desafiaron la mancha desoladora que carcomía la vasta geografía del México indomable, pero aun así espoleado por la traición de manos mordedoras asfixiando el brote libertario. Ellos cantaban y recitaban y bailaban al son del pueblo concediendo versos alentadores, pregonando el ladrido de la pólvora.


Cambiaban de aldea según el curso de la caravana combatiente, con gotas de sudor anegando el desierto íngrimo, convidando las serpientes a sumarse a la lluvia de la conciliación por merodear el triunfo. Un bojote de pinches cosas era todo cuanto poseían, eran fervientes enamorados de las causas  justas por los más oprimidos. Eran así de sucesivos en la práctica humanista, poéticos hasta en el roce social, el canto poemario como bálsamo al dolor por la ausencia de todo cobijo.


Ellos, Juanito y Juanita masificaron el discurso llano que dice mucho cuando todos callan. Se atrevieron  conferirle a la palabra gargantas frescas levantándose como criaturas ecuestres con fuerza para devorar el derrame de distancias para no sentirla prisionera, sino que más bien fuera escuchada más allá de la serpentina que bordea y da forma a México en el mapa extenso de las américas.  Poco a poco la mesura de la ganancia se fue haciendo visible en la radical revuelta campesina contra Porfirio Díaz, quien va a elecciones en 1910, pero antes hace preso a Francisco Macedo, candidato solidario con los humildes, quitándole así sus derechos constitucionales.


La revolución mexicana comenzó el 5 de octubre de 1910. Con el pregón del Plan de San Luis, Macedo llama al pueblo a levantarse en armas y para el 20 de noviembre de ese año declara nulas las elecciones presidenciales. Luego se suceden muchos hechos arreglados debajo de mesas. Las voces de Emiliano Zapata y Francisco Villa retumbaron junto a sus figuras fulgurantes para iniciar fecundas incursiones contra la fealdad gubernamental de esos días de descompostura. Para llevar por siempre el recuerdo de Juanito y Juanita surgió de la dureza de los cascos duros y miras de fusiles este corrío revolucionario titulado “La rialera”, que así dice:


“Yo soy la rialera y tengo mi Juan,
él es mi vida yo soy su querer,
cuando me dicen que ya se va el tren,
adiós mi rielera ya se va tu Juan…”


Ambos murieron igualitos a la revolución, bajo el fuego que se hizo espejismo, borrada por la misma arena del desierto inundada una vez con el sudor de las ganas y mirada de suspenso.




*Periodista
elblogdepey.blogspot.com


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