Por la puerta de
atrás
Juan
José Prieto Lárez*
Un rostro gordinflón
ocupó la pequeña pantalla de mi televisor como un globo ante mis ojos cuando
crece a plenitud gracias al aire de los pulmones. El relincho de su hablar
santiaguense de Chile, muy probablemente tomará un buen tiempo para escurrirse
otra vez en los oídos de América Latina. Por mucho tiempo no veremos los
colgajos de su piel recién afeitada, con movimiento gelatinoso arengando
esmeros con discursos repetitivos y cómplices.
Un tipo apellidado
Insulza ha dejado su puesto en la Organización de Estados Americanos (OEA), donde pasó años encumbrando esa decadente
organización, famélica, a un paso de quedar en la bancarrota idealista de
treinta y cinco países que la conforman. Un insulso exorcismo en tiempo de
mentiras para desenterrar las filosas hojas y quebrar al único atacante con
licencia de actuar a su total y absoluto albedrío. Las rodillas siguen siendo
la exquisita forma que los seduce de la anatomía de millones de hombres y
mujeres, penitentes a la inquebrantable instrucción de velar por su soberanía.
Mientras, el cabecilla Insulza desgranaba su incorregible gustazo por las gomas
de mascar, lo más ligera posible, deleitación que le viene de su apellido.
Los sueños suelen
acabar, afortunadamente las pesadillas también. Y este tipo no supo o no quiso
contribuir al sosiego demandado por nuestras naciones sometidas a la
impertinencia del miembro más poderoso de su staff. Un inquilino molestoso que
paga las cuentas. Recojo unas citas Winston Churchill que quizás le vienen muy
bien al abultado talle de este tipo.
“El éxito es aprender a
ir de fracaso en fracaso sin desesperarse”. Al parecer lo consiguió y de pronto
no se ha desesperado y lo intentará de nuevo de algún otro parapeto diplomático
para seguir cosechando fracasos. “El problema de nuestra época consiste en que
sus hombres no quieren ser útiles sino importantes”. Creo que este le viene al
dedillo, porque eso es lo que hizo: echársela de gran cacao para gozar de las
mieles del poder sin ser útil, creyéndose importante. De lo que si estoy seguro
que es y seguirá siendo un buen manejador del capote, sin llegar a torero por
impedimento de su humanidad. Recuerden el discurso de la canciller venezolana,
Delsy Rodríguez en la OEA el jueves 19 de marzo. Cuando embestía contra el
imperio, el lobo Insulza se soplaba los mocos, se rascaba la calva como
buscando las huellas de un enjambre de piojos que tal vez lo atacó en su
infancia escolar. Hizo mil marañas para distraer el auditorio. Menos mal que se
fue con más penas que glorias y por la puerta de atrás.
*Periodista
elblogdepey.blogspot.com
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