Fachada de siglos bajo la sombre de la fe.

Autor: Juan José Prieto Larez

El tiempo camina el rostro de los asuntinos.

Autor: Juan José Prieto Lárez

Espacio de los misterios.

Autor: Juan José Prieto Lárez

La promesa.

Autor: Juan José Prieto Lárez.

Toño, de museo.

Autor: Juan José Prieto Lárez

domingo, 29 de marzo de 2015

LA LENGUA DESNUDA - Por la sabia ruta de la izquierda.

Por la sabia ruta de la izquierda

Juan José Prieto Lárez*


Me lo encontré hace unos días. Más sereno que tranquilo. Con más edad habitando sobre su cabeza y barba de iguales años. Con sus ojos achicados auscultaba el entorno, como siempre lo hace. Mientras muchos ajustaban su abdomen a un flux. Él llevaba una guayabera blanca con rayas azules tenues, un pantalón de guayacán, y unos zapatos amarronados de estilo casual trenzados. Junto a Cayito, fotógrafo insigne de la Gobernación del Estado rememoraba episodios de su paso por el despacho gubernamental. Se le vio jovial, relajado de las apremiantes situaciones que debió sortear como mandatario, sobre todo en tiempos duros, cuando comenzó a cambiar el país bajo el acecho golpista de quienes gobernaron este país por tanto tiempo.


Los saludos fueron incesantes como cartas en un juego que no sabría calificar, tal vez porque no soy quién para juzgar acciones ajenas. Lo que pude percibir fue que su presencia aun incomoda a algunos inseparables de la cobardía moral que los suscribe a la historia de una política menguada, sombría, acomodaticia, tal vez sea el término. En cambio Alexis Navarro, con el tiempo se ha vuelto más sabio, más próspero en su filosofía de vida, sin curvaturas en su arquitectura ideológica, con la misma jerarquía en la lucha por desafiar si habría de repetirse aquel abril. Algunos, sosteniendo su mano de espesa solidaridad le dijeron afectivamente gobernador.


Sé que no faltará un predecible malhablado que catalogue estas líneas de “mandadas a hacer”, pero no, ni es mi estilo, ni me dedico a construir andamiajes retóricos. Las dedico a valorar con quien se comparte una conversación sincera y afición por cultivar el espíritu de la literatura, la música y el cine. Facetas que escasean en los liderazgos políticos, a los que afortunadamente no tengo acceso. De allí la categoría de maestro que tiene Alexis. He oído decir que pudiera estar de vuelta a una propuesta electoral rojarojita. Ya lo estuvo, pero la manifestación de lo absurdo escogió la aventura, por consiguiente un tortazo del que se guarda un silencio conventual. Sus credenciales siguen intactas, decididas a seguir el legado de su amigo Hugo Chávez, el comandante que lo llamaba a cualquier hora de la alta madrugada para asignarle tareas subsidiadas por el talento del margariteño. Es posible que pasen muchos días para un nuevo encuentro amigable y ameno con Alexis, que sigue su ruta predicando por el camino de la izquierda.




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EL VUELO DEL BÚHO - Por la puerta de atrás.

Por la puerta de atrás

Juan José Prieto Lárez*


Un rostro gordinflón ocupó la pequeña pantalla de mi televisor como un globo ante mis ojos cuando crece a plenitud gracias al aire de los pulmones. El relincho de su hablar santiaguense de Chile, muy probablemente tomará un buen tiempo para escurrirse otra vez en los oídos de América Latina. Por mucho tiempo no veremos los colgajos de su piel recién afeitada, con movimiento gelatinoso arengando esmeros con discursos repetitivos y cómplices.


Un tipo apellidado Insulza ha dejado su puesto en la Organización de Estados Americanos (OEA),  donde pasó años encumbrando esa decadente organización, famélica, a un paso de quedar en la bancarrota idealista de treinta y cinco países que la conforman. Un insulso exorcismo en tiempo de mentiras para desenterrar las filosas hojas y quebrar al único atacante con licencia de actuar a su total y absoluto albedrío. Las rodillas siguen siendo la exquisita forma que los seduce de la anatomía de millones de hombres y mujeres, penitentes a la inquebrantable instrucción de velar por su soberanía. Mientras, el cabecilla Insulza desgranaba su incorregible gustazo por las gomas de mascar, lo más ligera posible, deleitación que le viene de su apellido.


Los sueños suelen acabar, afortunadamente las pesadillas también. Y este tipo no supo o no quiso contribuir al sosiego demandado por nuestras naciones sometidas a la impertinencia del miembro más poderoso de su staff. Un inquilino molestoso que paga las cuentas. Recojo unas citas Winston Churchill que quizás le vienen muy bien al abultado talle de este tipo.


“El éxito es aprender a ir de fracaso en fracaso sin desesperarse”. Al parecer lo consiguió y de pronto no se ha desesperado y lo intentará de nuevo de algún otro parapeto diplomático para seguir cosechando fracasos. “El problema de nuestra época consiste en que sus hombres no quieren ser útiles sino importantes”. Creo que este le viene al dedillo, porque eso es lo que hizo: echársela de gran cacao para gozar de las mieles del poder sin ser útil, creyéndose importante. De lo que si estoy seguro que es y seguirá siendo un buen manejador del capote, sin llegar a torero por impedimento de su humanidad. Recuerden el discurso de la canciller venezolana, Delsy Rodríguez en la OEA el jueves 19 de marzo. Cuando embestía contra el imperio, el lobo Insulza se soplaba los mocos, se rascaba la calva como buscando las huellas de un enjambre de piojos que tal vez lo atacó en su infancia escolar. Hizo mil marañas para distraer el auditorio. Menos mal que se fue con más penas que glorias y por la puerta de atrás.




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martes, 24 de marzo de 2015

EL VUELO DEL BÚHO - Dolor.

Dolor

Juan José prieto Lárez *


De una carta enviada por Anna Rostz a su hermana Viam se desprende el drama cuyo final estaba llegar. Fechada cinco años atrás, aquellas letras aun le hace temblar las manos y tiritar de soledad, su cuerpo es una torre que se derrumba. Solo el ánimo de erigirse con el paso del tiempo es el consuelo más íntimo.


Esa primavera desentrañaba una floresta atetada por recuerdos de infancia Viam y su hermana Anna reconocían cada árbol tan solo tocarlos con los ojos escondidos detrás de una túnica violeta, color preferido de ambas. Se divertían convocando las aves de alas nuevas a comer en sus manos, recogían  el musgo húmedo para abrigar el tallo quebradizo de las pequeñas plantas con ansias de hacerse fuertes para las estaciones duras. Con sus pies desnudos propiciaban bailes alegres escenificando torneos del espíritu, dejándose llevar por las lentas huellas que va dejando el astro. Cuando fueron adultas para decidir su destino Anna después de un abrazo infinito a hermana Viam, se marchó a Budapest. Fue un invierno en aquel pueblito francés, cuando el huerto se volvió silencioso, lucía un dolorido blanco, el crujido del llanto de Viam impregnó de húmedo halo el cristal revelador del hastío invernal. Sin ira retornó al llanto infantil tapizando sus ojos azules con una lenta cascada de rocío convertida en río abrumando su mejilla.


Pasaron muchas estaciones, las dos con el ruido del desierto en sus almas. Las dos con acuarelas de recuerdos, con inventos de vivir cada minuto fundidas en las claridades del verano, único beso adormilado en la cándida piel de las dos. Viam entregó su tiempo cuidando remolinos cotidianos, descubriendo definiciones de su vida sola. Anna reconstruía los momentos vencidos para ganarle al olvido. Acariciaba las horas desde las grutas del anhelo, invadiendo desvelos con desvaríos embravecidos. Algo se la comía por dentro.


Fue un otoño, cuando se pueblan los suelos de hojas desahuciadas, cuando los parques, huertos, bosques y jardines sufren la cautela del abismo. Llega una carta con el dolor en cada letra escrita con lágrimas. La lectura de Viam era entrecortada, hacía una y otras pausas para llorar. Anna sufría una enfermedad terminal, tanto así que no habría tiempo para encontrarse. El final de la epístola decía: pero estaré bien, siempre a tu lado.



*Periodista
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LA LENGUA DESNUDA - El club de las chingadas.

El club de las chingadas

Juan José Prieto Lárez *


Primero fue un montón de muertos apilados, maniatados y la gracia de un tiro en la cabeza, sin  chance siquiera a un último pensamiento. Los puentes fueron convertidos en patíbulo, donde los cuerpos parecen flotar con el cuello quebradizo, y el grito ahogado por un mecate ajustado a la garganta. Son sombras solitarias con la muerte haciéndoles estremecer los pies descalzos. Al clarear son una fisura como lenguaje de advertencia.


Más tarde parecieron furgonetas como habitaciones de latón, herméticas, en rincones inhóspitos de vecindades aliadas a la indiferencia. Días después, por algún delgado flanco se escapa la fetidez de los muertos, literalmente arrumados. Cada uno con la resignación de otro encima. Así se percibe el final de los desaparecidos. En suelo mexicano pisar en falso es ir a parar a una fosa común, los cuerpos llevan años esperando el milagro casual del hallazgo y recibir el responso como Dios manda. Inexplicable ha sido para el gobierno de Peña Nieto dar respuesta a los padres  de los 43 normalistas de Ayotzinapa, que un día se esfumaron sin magia y nada de arte, sino por complicidad de la autoridad con el crimen organizado. Las marchas insisten en su aparición, mientras el gobierno declara el caso cerrado.


El mejor vocablo para definir la situación es la chingada desgracia, signada en cada mexicano sin importar su modo de vida. La muerte interpela cada ciudadano y súbitamente llega la sed de sangre. El miedo vaga en la mirada que no mira para no ser apuntada de morir solo por existir en el territorio equivocado. Rogelio Contreras músico del grupo Los Kumbiamberos fue secuestrado en plena actuación y media hora después fue asesinado. Como acto premonitorio se encontraba en el bar La eternidad en Monterrey, tenía veinte años. Pareciera que morir tan violentamente es una buena costumbre en ese país. Una sociedad quebrantable, dinamitada por la corrupción, fracasada en la conjunción de valores humanos donde la sonrisa socarrona de los líderes políticos se vuelve insolente ante el dolor que azota como un desastre siniestro sembrado por sus cuatro costados.


No hay un modo que agite la conciencia colectiva, que no sea la muerte. Lo intrincado del vicio gubernamental hace incapaz cualquier forma de gobierno, expuesto a las mejores intenciones de cambio en las estructuras sociales. Todo parece estar podrido, sin manera posible de castración al germen delictual. Visto de afuera, México muere lentamente, el mexicano de a pie, el que luminosamente Benito Juárez pronunció como hombre libre, con manos amigas para los amigos. Pero ahí está de chingada en chingada, sobreviviendo.




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domingo, 15 de marzo de 2015

LA LENGUA DESNUDA - Futuro perdido.

Futuro perdido


Juan José Prieto Lárez


Entre padres es un obligatorio ritual comparar el antes y después de nuestros hijos. Un rito que cada día se repite con incesante ofuscamiento. En un ejercicio de enseñanza tropezamos con el molde personal de nuestros padres. Fueron seres luminosos infundiendo con su personalidad el respeto conciliable con el gesto simple para una lección inolvidable. Uno sabía traducir la mudez con solo mirarlos a los ojos. Una mueca determinaba la conducta a seguir en determinadas situaciones. Pronto uno aprendía el lenguaje corporal para determinar la actuación. La ejecución física era el extremo pero sirvió para no olvidar jamás el reparo al error consumado.


Las heridas del hogar eran otras, depositadas en una sociedad apocada en los detalles fastuosos, y eso había de canalizarse bajo la reserva del respeto y la ética que si tenían nuestros padres. Pobres pero honrados, a decir de los abuelos. Un lema que pareciera lanzado al olvido de un puntapié que rompe los esquemas universales de la humildad. El abrazo a los hijos se volvió impuro, ahora crecen sin la moldura eficaz de la rectitud, se desvía el tronco hacia el lado oscuro, la catástrofe se hace colectiva, se derrumba lo aprendido y el dominio cae en manos de lo foráneo. Los padres se tornaron frágiles en el bosque que plantaron con tanto esmero. Los muchachos de ahora, el futuro, han encausado la pérdida de códigos magistrales para derivar en raíces incapaces de soportar el soplo extraño que contiene la perdición de valores. Ahora el gesto no surte efecto, dio paso al irrespeto por encima de la fiebre de la unión familiar. Ha surgido el alimento corruptible por la violencia como elixir trasegando torbellinos que devoran el resto que va quedando de aquella casta comedida.


Vampíricas propuestas están dispuestas a corromper la doméstica erudición de trasmisión espiritual. Las emboscadas calzan aureolas engañosas, espantosas, haciendo irrespirable está contaminada existencia, ebria de golpes bajos, ternura desterrada donde hondea la bandera del miedo por ver decapitada la justicia. Tanto cariño huérfano, amontonados en un futuro náufrago, extraviado de la inmensidad del afecto.





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EL VUELO DEL BÚHO - Margariteños de Felito.

Margariteños de Felito



Juan José Prieto Lárez


A dos años de su partida aún queda el vacío. Y quién sabe por cuantos años más. Hace dos años Felito quiso despedirse para estar siempre a nuestro lado, con más ahínco, con más verbo. Con su poesía abriendo surcos en la mar que era lo primero que sus ojos miraban al despuntar por entre el costillar de los botes la figura de la luz, atraída por el espejo marino deslumbrante. Debo gratitud a su palabra de amigo, maestro más bien, floreciendo como espiga en el encuentro de la palabra con los sueños ascendentes explorando el bautizo de los tiempos.


Fui afortunado por descubrir a Felito. Por tenerlo cerca, unidos en la poesía, en los cuentos, en la jodedera, en conocer nuestra talla de margariteño. En saber también de los miserables de espíritu tendidos en el fango del egoísmo construyendo propelías. Pero su facha de hombre sabio contagió al ilustrar que hay un sentimiento más hermoso rebosando los fondos retorcidos de la saña que se desvive en descalificar, ese es el mundo de los mediocres. Felito, con su clima de paz, su regazo de padre, con su alegría de pastor supo amansar la furia haciéndola vulgar bagazo.


Nos dejó todo su pensamiento, lecciones, y no angustia de la nada. Nos dijo como andar las leguas de caminos desviando los acantilados de la impostura. Supo decirnos de la aventura, de escribir que viene siendo la memoria. La ribera de una historia excelsa de heroísmo, no el atajo revulsivo de gritos y antorchas de lágrimas. Felito también conoció los monstruos apertrechados de malicia, él con su ingenio, miraba por las tardes el ocaso de costumbre y escribía incansable de nuestros héroes, su dignidad y el curtido abrigo que tanto salvó a la Patria.


Felito ya no está. Nuestro mayor homenaje a su testarudo empeño por enseñarnos es seguir siendo impetuosos con la palabra buena, como candela, osada como el vientre de la playa que vierte en su marea el despacho encandilado de profundo arraigo, como si fuera la firma de Dios sobre nosotros, los margariteños encantados por esta tierra.





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domingo, 8 de marzo de 2015

LA LENGUA DESNUDA - Cantares de sangre y plomo.

Cantares de sangre y plomo


Juan José Prieto Lárez*


Juanito poema y Juanita cantares. Juntos fue la pasión viva de vivir la alegría aderezada con música y cantares. Los dos juntos fueron el capítulo aventurero del corrío mexicano en tiempos de la declaración revolucionaria. Fueron el extremo entre la simpleza de la muerte y las profundidades dialécticas. Entre el compromiso de querer patria y el sentir consecuente de la ideología. Ambos vivieron la audacia rebelde de fundir versos y el plomo golpeando pechos. Teñir de rojo un tiempo fatuo, y sobre el mismo rojo crecer la sed nueva al son de un pueblo distinto con gentes de conciencia nueva. Juanito y Juanita desafiaron la mancha desoladora que carcomía la vasta geografía del México indomable, pero aun así espoleado por la traición de manos mordedoras asfixiando el brote libertario. Ellos cantaban y recitaban y bailaban al son del pueblo concediendo versos alentadores, pregonando el ladrido de la pólvora.


Cambiaban de aldea según el curso de la caravana combatiente, con gotas de sudor anegando el desierto íngrimo, convidando las serpientes a sumarse a la lluvia de la conciliación por merodear el triunfo. Un bojote de pinches cosas era todo cuanto poseían, eran fervientes enamorados de las causas  justas por los más oprimidos. Eran así de sucesivos en la práctica humanista, poéticos hasta en el roce social, el canto poemario como bálsamo al dolor por la ausencia de todo cobijo.


Ellos, Juanito y Juanita masificaron el discurso llano que dice mucho cuando todos callan. Se atrevieron  conferirle a la palabra gargantas frescas levantándose como criaturas ecuestres con fuerza para devorar el derrame de distancias para no sentirla prisionera, sino que más bien fuera escuchada más allá de la serpentina que bordea y da forma a México en el mapa extenso de las américas.  Poco a poco la mesura de la ganancia se fue haciendo visible en la radical revuelta campesina contra Porfirio Díaz, quien va a elecciones en 1910, pero antes hace preso a Francisco Macedo, candidato solidario con los humildes, quitándole así sus derechos constitucionales.


La revolución mexicana comenzó el 5 de octubre de 1910. Con el pregón del Plan de San Luis, Macedo llama al pueblo a levantarse en armas y para el 20 de noviembre de ese año declara nulas las elecciones presidenciales. Luego se suceden muchos hechos arreglados debajo de mesas. Las voces de Emiliano Zapata y Francisco Villa retumbaron junto a sus figuras fulgurantes para iniciar fecundas incursiones contra la fealdad gubernamental de esos días de descompostura. Para llevar por siempre el recuerdo de Juanito y Juanita surgió de la dureza de los cascos duros y miras de fusiles este corrío revolucionario titulado “La rialera”, que así dice:


“Yo soy la rialera y tengo mi Juan,
él es mi vida yo soy su querer,
cuando me dicen que ya se va el tren,
adiós mi rielera ya se va tu Juan…”


Ambos murieron igualitos a la revolución, bajo el fuego que se hizo espejismo, borrada por la misma arena del desierto inundada una vez con el sudor de las ganas y mirada de suspenso.




*Periodista
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EL VUELO DEL BÚHO - Mientras perdure la noche.

Mientras perdure la noche


Juan José Prieto Lárez*


Cuando se hizo el milagro de la luz eléctrica en Margarita, un respiro de consuelo recorrió el más humilde de los rincones. Una contentura colectiva que duraba pocas horas, mientras algunos quehaceres domésticos eran posibles gracias al dinamismo que viajaba por aquellos finos hilos, que parecían más bien venas en las paredes de bahareque enmudecidas en blanco de cal. Algunos postes sembrados en la tierra cobriza desplegaban desde su altura el halo amarillento que envolvía el tizne de las nuevas noches, las mismas calles con tunales en franca guardia contra cualquier intruso que quisiera tantear en patio ajeno.


Había tanto silencio en la Margarita de entonces que solo se escuchaba el gorgoreo de otoñales plantas que daban origen al resuello brillantino. En La Asunción, Basilio Hernández tenía el poderío de iluminar, de rociar con soberbio brillo la incauta oscuridad. La contemplación luminosa fue una tregua que pronto se amoldaría a noches y madrugadas angustiosas. Por aquellos días de penurias los cuentos de aparecidos invadía la paz interior, apretando el pánico contra las ganas de sueño. Azuzaba los sentidos, agitando el cuerpo en las protuberancias de las pesadillas, el zumbido del miedo, las llagas del muerto recién. Las horas eran un látigo inconforme, en el friso de los párpados, convertidos en testarudos carcelarios con espinas en los pies entumecidos.


Todo sucedía cuando el corazón de aquellos monstruos alimentados con gasoil dejaba de latir. La Asunción se convertía en una vasija desenterrada de siglos corroídos por almas en pena. Todo ruido era algo. Cada sombra alguien. La luna siempre lucía un rostro mancillado, como un trazo olvidado en un lienzo. Así se fueron fraguando cuentos como el del cura sin cabeza que salía en callejón de Franzo Aguilera con un cabodevela entre sus manos. La chinigua dominando su territorio desde el Otro del río hasta Cocheima. El guerrero gigantón que bajaba por Cantarrana en su caballo más grande aun arrastrando pesadas cadenas, decían que era el tirano Aguirre buscando matar, jamás dejó un rastro. En El Copey la llorona con su llanto desconsolado por su muchachito muerto. Pero el más original de los espantos fue el encapotao, que abandonaba su hogar para hundirse en la cama vecina hasta los primeros efluvios del alba. A pocos meses nacía un niño o niña sin conocerse su legal concepción. Los vientres sin marido eran comunes en tiempos de oscurana. Cuando la electricidad se hizo costumbre se acabó la sinvergüenzura, en conclusión, todo fue un invento para que nadie dejara sus casas y así la infidelidad daba rienda suelta a cuernos con amores clandestinos.




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lunes, 2 de marzo de 2015

LA LENGUA DESNUDA - Luces, cámara, Polanski.

Luces, cámara, Polanski


Juan José Prieto Lárez


El tristemente célebre director de cine, Roman Polanski se va consumiendo en su propia conciencia. Su instinto animal lo llevó como oruga a internarse en sombríos escondites donde no escuche el alarido de una sirena policial, porque la piel se le eriza, la voz se le tuerce, es como si su propio yo demandara una vía de escape a la nada, a los confines de la razón. Vive incrustado en un pasado que no se irá jamás, porque está sentenciado por la tragedia, su drama, su película.


Toda su existencia está agujereada igual que una cinta cinematográfica. Cada cuadro revela facetas inesperadas, habita su real historia kafkiana. Ya tiene ochenta y un años y todavía lo hiere la tersa piel inocente, asustada de Samantha Gailey, la niña de trece años que sucumbió al tormento libidinoso de un jugador sombrío que acosó su debilidad envuelta en un deseo de fama y fortuna. Un sueño de la adolescencia norteamericana: Hollywood. Con sus luces, cámaras y la acción histriónica de una estrella. Polanski desentrañó con su musa fílmica la psiquis humana “El baile de los vampiros”  y “El bebé de Rosemary”, entre otras, lo catapultaron como un director de signos intelectuales en un mundo sórdido y trashumante hacia el brote de lo desconocido donde acecha los ojos de la serpiente esperando atacar.


Esa serpiente visitó su hogar en la figura de Charles Manson, quitándole la vida a su esposa Sharon Tate y desgarrando su vientre para ver morir el prodigio de la unión amorosa. Otros amigos hicieron larga la lista del horror sufrido. La palidez de Polanski ha ido envejeciendo como su menudo cuerpo, en una marea de insomnio y el ardor del pecado circulando entre callejones con mordidas de exceso. Una suerte de infierno interior. La justicia va tras él hundiéndolo en la zozobra y donde pise allí está la proclama de hacerle pagar su colmo pervertido. En Cracovia habita con sus fantasmas bajo un cielo cerrado en gris, así mismo como estuvo su hogar en Cielo Drive, el episodio de la mujer que verdaderamente amó.    





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