El show debe
terminar
Juan José Prieto Lárez
Convertido en un
noticiero de entretenimiento, así quedó para la posteridad el programa Nightly
News de la NBC y conducido por el periodista Brian Williams. Uno de los
programas de más alto rating en los Estados Unidos de Norteamérica ha entrado
en fase terminal: el espacio televisivo y quien lo dirige. Todo por la
consecuente impertinencia de Williams de hacerle creer a sus seguidores que él
es el héroe en los grandes episodios nacionales e internacionales. Que su
periodismo va más allá de toda ética para asumir el riesgo de perder la vida
por “informar” con veracidad y la religiosa objetividad los hechos.
Hace una semanas las
sandeces y aspiración de coloso comunicacional aseguró por Dios y su madre que
había estado en un helicóptero sobre la zona de guerra, mucho más y nada menos,
que en Afganistán, donde todo objeto animado era blanco perfecto de
francotiradores experimentados, y acoso militar de constancia sangrienta. Pues
bien, este niño de pecho en materia guerrerista divulgó la supuesta aventura de
haber sido baleado el aparato donde viajaba por una ráfaga de metralleta
salvándose milagrosamente de las garras de la muerta en combate periodístico.
Otros avezados periodistas dieron cuenta de la atroz mentira del tamaño del
territorio afgano, aduciendo que para la fecha señalada no se registró
incidente alguno contra la cobertura de guerra.
La vanidad de Williams
quedó al desnudo sumiendo el periodismo norteamericano en una relatoría
egocéntrica, facinerosa. De pronto la NBC se vio envuelta en una madeja de
fuertes críticas por no considerar las historias y sus protagonistas llevadas a
su cautiva teleaudiencia. Los numeritos bajaron considerablemente provocando el
“suicidio” profesional de Williams y la desazón del prestigio televisivo. Quedó
así demostrado que para el periodismo norteamericano cualquier síntoma de
beligerancia sin cuartel, puede ser llevado al plano de la risa y el aplauso
con protagonistas presumidos. Es tan fácil contar la verdad sin faralaos ni
encajes, que la gente se irá a la cama con una reflexión de vida a consultar
con la almohada.
El revuelo ha sido tan
estrepitoso que ya hay una investigación sobre la cobertura que este periodista
hizo en el año 2005 sobre el desbaratamiento del huracán Katrina sobre Nueva
Orleans. Tal vez emuló a los músicos del Titanic, claro, salvándose por un
milagro del Creador. Hasta cuándo el show mediático.
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