Tramposería sale
Juan
José Prieto Lárez*
Abochornado debe
sentirse el pueblo estadounidense con las más recientes declaraciones del
director del Departamento de Justicia de ese país, Michael Harowitz, donde
involucra a agentes de la DEA (Agencia Antidrogas de Estados Unidos) en orgías
sexuales pagadas por capos de la droga en algunos países de esta América. De
todos es sabido que este organismo imperial acecha a funcionarios
gubernamentales de la región bajo sospecha de traficar con sustancias
sicotrópicas, además del envío de toneladas de éstas a los Estados Unidos. Aquí
en Venezuela ya conocemos los cuentos de supuestos negocios deístas con mafias
internacionales. Hacían desaparecer cargamentos enteros incautados,
destinándolos a manos traficantes.
América Latina ha
estado por muchos años en la mira al ser declarada puente para el envío a
Europa y Norteamérica. Son incontables los atrapados en esta práctica aberrante
y sentenciados por tribunales gringos a sopotocientos años tras las rejas, tal
vez una rebaja en la pena por sapaer a sus viejos compinches. Toda esta
sinvergüenzura denunciada por alguien de alto rango dentro de la justicia no es
cualquier cosa. Se han activado las alarmas donde operan estos señores con
facha de Casanova que coquetean al dinero fácil y mientras lo tramitan con los
jerarcas, toneladas de vicio llegan a otras orillas para ser esnifadas.
Regalos caros, armas y
mujeres son el agradecimiento a un alto a las investigaciones o a la
desaparición de algún expediente gordo. Ya sabemos que el Servicio Secreto no
es tan secreto y que solo basta una hermosa hembra para que la vida del
Presidente de la nación más poderosa del mundo penda de un hilo. Whisky y sexo
se dan la mano para corromper a quienes tienen la tarea de preservar a sus
conciudadanos de la droga. Ahora son ellos el peligro que crece día a día,
mientras el futuro de nuestros jóvenes ha pasado a ser gris.
Lo moral y ético, si
existía, ha quedado reducido a un cuchitril de amoríos tarifados, una soberana
pea y una resaca a orillas de una piscina. Algo frío aniquilará los rastros de
una noche lujuriosa. Los cárteles siguen campantes en sus rutas pagando el
peaje respectivo y aquí no ha pasado nada. Tanta alharaca cuando señalan a
fulano de traficante y tanto silencio cuando la embarran, el título ya dice lo
que sucede.
*Periodista
elblogdepey.blogspot.com
@juancho_pey
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