lunes, 20 de abril de 2015

EL VUELO DEL BÚHO - Qué tanto tiene la lluvia.

Qué tanto tiene la lluvia


Juan José Prieto Lárez*


Nuestra capacidad de asombro no tiene límites. Es que cada día leemos en los periódicos las notas más controversiales jamás imaginables. Es un duro ejercicio de convivencia con lo real y no tan maravilloso. Por eso demoramos tanto en asimilar hechos tan curiosos como el que intentaré narrarles. A quién le duele la lluvia, a quién perturba tenerla a resguardo para calmar la sed de uno, o la de los animales que conviven con nosotros, a las plantas como vitales argumentos para respirar la vida.


Para Gary Harrington en Eagle Point en Oregón, Estados Unidos de Norteamérica, la sorpresa de recibir treinta días de arresto o mil quinientos dólares de multa, ha sido tal vez más impactante que la llegada del hombre a la luna, saben la causa? Claro es que es inimaginable. Es acusado por tener en su finca tres bidones de agua de lluvia, consideradas “reservas ilegales”. De qué se trata todo esto? Nadie en su sano juicio puede encontrar una explicación lógica. De quién es la lluvia? Por qué es un pecado recogerla si de veras se necesita para lo que hablábamos antes. Por qué ser condenados con la bendición del cielo?


Lamentablemente hay una respuesta. Se trata del servicio público que se encarga de la distribución del agua, a mayor consumo, mayor será el monto a pagar, en pocas palabras estamos en presencia del negocio del preciado líquido. Resulta que hay un gentío fiscalizando todo lo habitable porque allí se consume agua, y hay que pagarla. Para ser un poco más radical esta gente desearía que no lloviera para que las plantaciones no recibieran una gota. Increíble.


Por acá por estas tierras nos quejamos y hasta oramos para que llueva, no porque vayamos a recoger el agua, sino porque la tierra reciba ese llanto divino del cielo. Todo es negociable diría algún sesudo economista, pero carajo, no permitir el beneficio del agua de lluvia?, es una atrocidad que insulta toda relación del hombre con la naturaleza. Pero todo conlleva a una cadena inspirada por los especuladores, de pronto alguien dirá que el agua con no sé cuáles elementos es la mejor para su ganado, y el ganadero o el hombre de finca admite el mercadeo y el gasto imperioso se torna inmanejable, por supuesto el agua de lluvia no las tiene y los costes se vuelven insoportables.




*Periodista
elblogdepey.blogspot.com
@juancho_pey


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