Caminar
Juan
José Prieto Lárez*
Caminar es compartir
cada espacio con cada uno de nuestros pies, que son nuestros pasos. Debajo
yacen diminutas y disformes piedras, granos insignificantes de polvo, de tierra
arrastrada buscan asilo, pero la brisa que lame los suelos la levanta, la
empuja y vuelve a posarse sin encontrar refugio. Caminar es encontrar todo por
mirar, hojas secas, verdes, casas, caras de gente, el día, la noche.
El rumbo está en algún
lado asintiendo que espera hasta el final, cada tramo de la escalera se ha
vuelto incierto porque esconde mentiras cayendo de bocas impuras, como un
chaparrón que no moja, pero duele cuando se incrustan en uno de nuestros
costados. Nos sucede que nos encontramos con el rancio ser indeseable, ese
perdurable mal agobiante, que nos hace desviar el paso para no tenerlo de
frente porque apesta. Al menos yo, prefiero llevar conmigo el malestar
incognito, lo que pudiera suceder de un momento a otro. Mi vida me la juego al
caminar por ahí por allá. Hay que decir de las satisfacciones. Uno percibe
visiones y olores que agradan, son como la recompensa de haber tomado la
decisión de salir al “aire” a caminar, emprender esa aventura diaria para
remozar ideas, imaginación, cuerpo. Sabroso cuando el olfato sigue la ruta de
un aroma de mujer. Cuando la mirada de detiene frente a un rostro bello. Cuando
el gesto de un anciano nos reconoce. El niño cuando, admitiendo su inocencia,
nos sonríe luego de una simpática travesura sin argumentaciones dramáticas que
nos aflija.
Caminar es admirar una
galería de arte. Escudriñamos rincones, los ojos entran a las casas queriendo
descubrir obras ocultas. La fachada de las casas adquiere un lenguaje
abstracto, aun con sus materiales pobres pero alegóricos a un estado
existencial. Uno comprende el desparpajo melodramático del llamado collage,
solo que éste es más cercano a lo humano. Caminar aunque no nos demos cuenta,
nos hace fuertes ante las expectativas que por lo general nos suelen asombrar.
Allí entendemos el poder de la comunicación, la conclusión que nos deja es el
conocimiento, afectándonos positivamente, porque nos lleva a aplicar el remedio
justo a la calamidad de turno. Entendiéndose lo espiritual y lo físico como el
móvil a ser intervenido. Como dije al principio: pensar es la conexión con el
movimiento para conjugar la salida idónea y rápida. La cosecha de frutos
prudentes no se hará esperar porque estaremos complacidos por la decisión
tomada. Caminemos para enunciar una intrínseca relación muy profunda con uno
mismo, porque a fin de cuentas miraremos letras y palabras en estado de
descomposición, cadavéricas, al no coronar su cometido, por ignorancia, estoy
seguro.
*Periodista
elblogdepey.blogspot.com
NOTA: QUEDA
PROHIBIDA LA REPRODUCCIÓN PARCIAL O COMPLETA DE ESTE MATERIAL, SIN
CONSENTIMIENTO DEL AUTOR.
0 comentarios:
Publicar un comentario