La piel que habito
Tú eres la piel que
habito. Con la parábola de tus olores rancios, frescos. Con tus puntos
cardinales definidos en la palma de tus manos. Con el anuncio de un viaje a tu
transparencia, sin más señas que tu vientre desnudo y todos los juegos de
tocarte en un tranvía de suspiros aglutinados en cada pedazo tuyo. Eres esa
piel que me desmaya, con sus dardos instantáneos en lúdico aposento.
Gigante como el borde
de tus brincos por encima de mis notas en la libreta donde anuncio aplausos desbocados.
Soy esa piel que habita inmersa en el nunca de tu adiós, y las raíces de
los trances acunados en la mínima estación donde te encuentro, siempre
asediada por el bostezo insoportable como joya del ocaso encorvado, que te
desencanta.
Te rindes a lo
lejos de una frase escapada en los bolsillos de una garganta halagada. Pero que
deambula tumbando ventanas y puertas atestadas de sentidos estrellados, que se
tornaron mascarones, en argumentos tormentosos, despachados de algún
puerto invisible.
Te invito a buscar la
innovación que nos haga reversibles para tallar en las aguas la satisfacción de
la fuga por túneles estupendos, por donde alcanzaremos el regocijo.
Habito. Es lo que importa para irme, extendiendo con fuerza cada latido de
piel de esta que habitamos.
elblogdepey.blogspot.com
@juancho_pey
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