Retrato
Juan José prieto Lárez
La
edición pasada hice el comentario sobre un poemario de mi autoría titulado
Retrato, y su íntima relación con la fotografía, y mi ciudad: La Asunción, a
continuación una muestra de ello:
Escenario:
Eres de silencio, dormida/como teja cuando se opaca de tiempo/Aguarda quebrarse
la sombra de postes y cornisas. Aceras hinchadas/por venas de roble. Calles
muestran su vejez vestidas de grietas, reposa el polvo celebrando su
existencia.
Pose:
A mis primeros días me asomo, cuando nos alcanzaba la luz que impulsaba un
palpitar complicado y estruendoso, uno se maravillaba del amarillo mágico en la
gota de vidrio que pendía de un hilo. Débil, sin ganas de mostrarnos su
compleja brillantez, negaba esparcir su misterio en zaguanes y calles abrigadas
de mutismo único.
Descubrí
lugares donde otros niños hacían lo mismo que yo: despertar mirando un cielo
amplio. Descubrimos las escuelas, la complicidad hizo su aparición. Descubrimos
árboles que guardan antiguos recuerdos en forma de alma, tocando cogollos como
interminable juego, descubrimos que éramos un todo, huella de instantes
emigrando donde nos permitía la lluvia de las auroras.
Enfoque:
Se pueden contar las pisadas que llevana a la Otra Banda, con sapitos en la boca
y limo entre dedos atravesando un puente tierra roja, seca, antigua. Donde se
desvanece el destino vuelto invierno. No llorar sería borrar el encantamiento,
aceptar la danza que dirá se ha iniciado el fin.
Del
centro hacia arriba brotan flores que permanecieron ocultas por el estrépito
del hierro encandelado con ráfagas de susto. Parece escucharse el grito
adolorido de la heroína cuando emergió de sus entrañas el vagido de su noble
patriótico amor.
Blanco:
El pecador deambula desasiendo al inocente, con su puño, por beber corrientes
humildes, limpiar prisiones que atajan su vía crucis. ¡Pobres de aquellas
amarras que no al hombre hacerse a la mar!
Cada
amanecer somos todos, buscando el límite diferente que se desprende de ser y
actúa. Son espacios que nos colocan además de la cautela, entre el vivir cómo
hacerlo.
Negro:
Grito y allí estás/en lo que nunca fuiste/transformación difusa/suicida del
ayuno.
Canto
donde yaces/podrida, amarga, delirante/El reflejo nunca te piensa.
Me
invitas, sueño/que te has ido/me precipito, te alcanzo/para hacerme dolor.
Sepia: Desnudo
sangra el castigo con su piel rota y garganta hueca. Acecha la muerte entre las
almas. El dolor crece terrible. Se ha marchado alguien, se viste el final con
círculos oscuros que tejen petición a Dios por el descanso eterno.
Revelado:
Despierta fiel a sí misma, acaso no es hecha de abrazos y aromas? Lleva traje
de corte puro, infatigable estatura e inequívoca altivez, in marchita. Lleva
murmullo y detalle irrenunciables, su rostro flota desolado, desencajado.
Pena
siente por sus hijos que despiertan un exilio, en compañía del blanco hecho
polvo, los dobla y cruzan temprano el confín de existir. Se torna coloso el
abismo.
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